Epígrafe Fronterizo

"El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los garbanzos, del pan, de la harina, del vestido, de los zapatos y de los remedios dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y se ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el niño abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales"

Bertold Brecht

domingo, 28 de agosto de 2011

Solidarität: Mensaje fraternal de las chilenas y chilenos movilizados en Berlin

Foto: Héctor Barrientos - Berlin.

Queremos, las chilenas y chilenos movilizados en Berlin, agradecer con la mano en el corazón a todos esos miles de jóvenes, a todos los trabajadores, a los pueblos indígenas de nuestro país, a las mujeres, a los grupos sexuales alternativos, a todas y a todos que desde allá, desde esa tierra lejana llamada Chile, a más de 12 mil kilómetros de distancia, están cambiando la historia, nos han hecho mirar el futuro con esperanza, nos han dado un ejemplo maravilloso de democracia, de soberanía y de humanidad.

Nos han despertado del mito. Sí, nos han despertado de esa absurda falacia que nos hizo creer por mucho tiempo que el modelo neoliberal en que se ha construido la educación chilena en los últimos 30 años, era la única forma de comprender el desarrollo de las personas y de la sociedad. Miramos desde la distancia la primavera chilena, que se ha levantado con fuerza y con una poderosa voluntad histórica, para detener el avance de aquellos que han mercantilizado con los sueños de movilidad social de cientos de miles de jóvenes y de familias chilenas.

¿Cómo no vamos a estar orgullosos las chilenas y chilenos que vivimos en Berlin, aquí tan lejos, juntos a nuestras amigas y amigos alemanes, junto a la solidaridad de cientos de ciudadanos del mundo, de la inteligencia, de la humanidad, de la claridad y del profundo espíritu democrático que han demostrado los estudiantes chilenos? ¿Cómo no sorprendernos de la tremenda altura con que los estudiantes movilizados han argumentado su plataforma política, frente a un gobierno intransigente que no desea por ningún motivo dejar de lucrar con los sueños de nuestros hijos?

Por eso queremos que esos mismos estudiantes chilenos sepan que nosotros, desde Berlin y desde todas las ciudades del mundo, estamos movilizados, apoyándolos y que no bajaremos los brazos hasta que la voluntad del pueblo chileno se haga carne, se concrete y venza -con la fuerza de las ideas- al egoísmo, a la dominación del capital, al tráfico de sueños que ha transformado el tesoro de un país, que es la educación, en un instrumento de perpetuación de la desigualdad y del sufrimiento colectivo. ¡Qué linda primavera democrática está renaciendo en la historia de Chile, gracias a ustedes los estudiantes! ¡”Que vivan los estudiantes”! –decía como una visionaria nuestra Violeta Parra.

Qué viva la esperanza de nuestros jóvenes de Buin que estuvieron en huelga de hambre, cuya convicción se acercó a los límites de sus propias vidas, para enrostrarle con crudeza al Gobierno y a la clase política, que la educación, los sueños y la vida de los chilenos no tienen nada que ver con las conductas de comprar y de vender. Chile nunca será el mismo después de estos grandiosos acontecimientos y del sacrificio que están realizando cientos de miles de jóvenes de nuestro país. Porque los estudiantes chilenos no serán derrotados ni por la histeria, ni por la amenaza, ni por la fuerza de las armas, ni por los insultos, ni por la represión policial, ni por las incesantes campañas de menoscabo que han sufrido los estudiantes en estos tres meses de movilización. Chile ya no es el mismo, para fortuna de su pueblo.

Queremos agradecer a los estudiantes mapuche que, a través de la Federación Mapuche de Estudiantes participante de la CONFECH, han coloreado de multiculturalidad las reivindicaciones estudiantiles y de inclusión democrática. Y no sólo con relación a los pueblos originarios de Chile, que han sido criminalizados y dominados por este sistema opresor y homogeneizante, sino que también respecto de todas las formas de vida culturales que demandan para el nuevo sistema educativo, la inclusión de todos los géneros, de todas las culturas ancestrales, de todas las formas de pensamiento respetuosas de la diversidad y del aprendizaje recíproco. Eso que llamamos Chile, en realidad son muchos Chile, conformado por una infinitud de culturas, grupos y pueblos que desean crecer y desarrollarse a plenitud y no transformarse en una sola masa homogénea de consumidores, sin más función que llenarle los bolsillos a unos pocos en Chile.

Las chilenas y chilenos en Berlin, junto a la solidaridad alemana e internacional, estamos sumando cada vez más fuerzas para apoyar el avance hacia un sistema educacional público y estatal, gratuito, laico y multicultural, inclusivo para todas y para todos, como una causa justa e inclaudicable. Sabemos que ésta, la lucha por un sistema educacional con profundos valores democráticos de igualdad y equidad, es la primera de las luchas por un Chile mejor. Por eso estamos reunidos aquí, libres y diversos, libres y en conciencia, más allá de cualquier bandera partidista, más allá de cualquier forma de pensamiento que pretenda imponerse, apoyando a los estudiantes chilenos, aunque estemos despojados de nuestros derechos políticos fundamentales aquí en el extranjero.

Pero eso no nos importa, queridas y queridos estudiantes chilenos. Nos sentimos orgullosos de la gesta histórica que han comenzado. Con húmedos ojos los acompañamos, con la profunda emoción de avanzar hacia una educación pública, gratuita, sin lucro, laica y multicultural. Desde Berlin estamos movilizados, sumamos fuerzas y persistimos, más allá de las fronteras. Por eso persistan, queridas y queridos estudiantes. Persistan. Porque la causa que los convoca y nos convoca, no sólo es un precedente para Chile, sino un invaluable regalo para la historia de la humanidad y para sus generaciones futuras.

¡Vivan los Estudiantes Chilenos!

¡Vivan los estudiantes, sus familias y todo el pueblo movilizado!

Un abrazo fraternal desde Berlin - Alemania.

jueves, 16 de junio de 2011

El Controvertido Debate sobre el Matrimonio Homosexual en Chile: Las Lecciones del Arte a la Política


Fotografía autorizada por el autor, Christian Demarco, de su colección "Private Party".

Al final todo se vuelve más nítido cuando las cartas se ponen sobre la mesa. Cualquier debate se constituye en un espacio revelador cuando las posiciones se encuentran de modo controvertido, cuando los paradigmas de base o los valores subyacentes al despliegue de argumentos son desnudados, cuando -al fin y al cabo- los nerviosos jugadores se ven obligados a mostrar sus tiradas. Al enseñar las cartas se definen  muchas cosas. Los dimes y diretes con relación a la legitimidad del matrimonio homosexual o de ese controvertido proyecto denominado “Acuerdo de Vida en Común (ACV)”, han revelado significativamente las grandezas y bajezas transparentadas en esta discordia. Especialmente, con relación al status quo hegemónico que pone a las formas de vida heterosexuales en un sitial de legitimidad y validez inamovible, no sólo en términos de identidad sexual, sino que también atribuyendo a la relación entre un hombre y una mujer la calidad de única forma de constituirse en pareja, de formar una familia y de hacerse cargo del desarrollo y del cuidado de nuestras niñas y niños.

El debate ha tenido por momentos el carácter de forcejeo, pero también un tono revelador respecto de aquellos paradigmas que lo sustentan. Hace mucho tiempo –quizás demasiado- que se dejó de pensar en una dualidad identitaria sexual, que además era naturalizada, pero que aún se respalda majaderamente. Por eso es que la presentación del escritor chileno Pablo Simonetti ante la Comisión Constitucional del Senado que analiza el Proyecto ACV, desbaratando cada uno de los argumentos en contra del matrimonio igualitario y señalando que “la igualdad de derechos es un bien superior de la convivencia democrática”, es una  exposición notable en términos de ética política y de riqueza formativa con relación a los valores de tolerancia, igualdad, libertad y fraternidad, requeridos con urgencia en las sociedades humanas.

Simonetti reivindica ante los legisladores la legitimidad y la dignidad de cientos de personas excluidas en Chile de un tratamiento jurídico igualitario y del respeto social coherente con los grandes valores que exige una democracia de primer nivel. Es decir, a las chilenas y chilenos el escritor nos sube la vara en un terreno, no sólo ético, sino que también en términos del análisis político: nos enrostra con una cortesía formidable nuestras propias pequeñeces e hipocresías y nos revela cómo hemos llegado tan lejos en la negación de la legítima “otredad” (ver http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2011/06/16/por-un-matrimonio-igualitario/).

Pero también en el terreno artístico se han expresado estos argumentos. Una muestra de ello es la exposición fotográfica que hace pocos días realizó el chileno Christian Demarco en el barrio Kreuzberg de la cosmopolita Berlin. El despliegue fotográfico denominado "Private Party", que fue objeto de una gran concurrencia en el día de su inauguración, se expresa como el registro de un concurso de belleza poco tradicional realizado en el club Fausto, en Santiago de Chile, un espacio legendario de la escena gay-trans y que abrió sus puertas en los oscuros tiempos de la dictadura de Pinochet. Demarco nos señala, a través de las imágenes de este certamen de belleza travestido, que otras identidades sexuales coexisten con aquellas legitimadas culturalmente, pero que se reivindican en pequeños espacios cargados de una atmósfera oscura y reservada, para protegerse de los golpes del prejuicio y del estigma (ver http://www.flickr.com/photos/demarco/sets/72157626524435431/).

El logro de Demarco no es sólo artístico-fotográfico. Ni tampoco solamente en términos de extraer la belleza y la humanidad de otras formas de vida e identidades sexuales negadas socialmente. En aquella sala de la capital alemana, la secuencia de imágenes revela el poder integrador que el oficio artístico provee a la reflexión social y política. Un artista visual y un escritor, así como muchos otros, han debido traspasar las fronteras de su producción estética, para poner en la mesa realidades que la clase política se ha negado a reconocer.

Simonetti tuvo que dar un paso más allá. Señalarle al legislador que se atreva a cambiar la historia, mostrándole –también desde su condición homosexual- toda la baraja de razonamientos que revelan el carácter antidemocrático de la reticencia al matrimonio igualitario. Esa es la jugada maestra del arte: devolverle a la reflexión política chilena el principio democrático de igualdad en la diferencia que, la mayoría de las veces, ha olvidado la conducción política de la convivencia social.

jueves, 26 de mayo de 2011

Chilenos(as) en Berlin y el Repudio Global a Hidroaysén: Desde la Brandenburger Tor contra el Colonialismo Corporativista.



No sé si fue el hastío, la vergüenza, la rabia o la impotencia. O, sencillamente, la pena. O todas esas emociones juntas, imbricándose en una vivencia generalizada de malestar que excede la mera dimensión psicológica, para alcanzar los terrenos de la movilización social. Porque uno no se queda impávido siendo testigo de como, a más de doce mil kilómetros de distancia, la codicia desenfrenada del capital internacional, mediante la complicidad del gobierno empresarial chileno, ha iniciado un proceso en múltiples frentes, no sólo de depredación medioambiental, sino que de desmantelamiento de la voluntad popular y de sus anhelos de una democracia profunda, celosa de su biodiversidad y de su multiculturalidad. Esa emocionalidad resultante, esa irritación colectiva canalizada a través de las redes sociales virtuales, se expresó tanto en Chile, como en Berlin y en otras importantes ciudades del orbe, en la  forma de protesta social contra el megaproyecto Hidroaysén.

El negocio de Hidroaysén no inicia este proceso depredador, sino que se constituye como un capítulo doloroso más de la tragedia sociopolítica chilena. Aunque todos sabemos que los cuatro gobiernos concertacionistas chilenos hicieron del modelo neoliberal su lógica operacional, cerrando todas las vías para avanzar hacia una verdadera democracia participativa, también es cierto que en este proceso de des-democratización, el actual gobierno empresarial chileno ha pulsado el acelerador a fondo. Se trata de un colonialismo corporativista extremadamente sofisticado. Ya a fines de 1972, en un discurso visionario de extraordinaria vigencia para los actuales procesos sociales, políticos y económicos que vive Latinoamérica, el Presidente chileno Salvador Allende Gossens advertía, ante la asamblea general de las Naciones Unidas, sobre la falta de control de las multinacionales y de los efectos nefastos del poder opresor de las grandes corporaciones internacionales por sobre los Estados, su institucionalidad y la voluntad soberana de los pueblos (ver http://www.youtube.com/watch?v=knewNLlpkMw&feature=share).  

Por eso no es trivial cuando se sugiere prestar mucha atención a todos aquellos argumentos que intentan desacreditar los sucesos de protesta social acaecidos en Chile y en el mundo, en el contexto de rechazo al megaproyecto de Hidroaysén. Aún más, se vuelve hoy en día políticamente urgente detectar y desentrañar la colusión de intereses corporativos -y que alcanzan a la clase política- los cuales se esfuerzan en asignar a la protesta social un carácter exclusivamente doméstico, efímero y aséptico, sin relevancia para el devenir político, social y económico de Chile y del mundo. No es para nada irrelevante advertir, que así como se intenta restar importancia a la voluntad popular, aquella expresada mediante el ejercicio efectivo de su derecho legítimo a la protesta social, también se ha esmerado la clase política y el capital en criminalizarla, como ha ocurrido durante las últimas dos décadas de democracias formales en Chile.

Es por eso que los sucesos de protesta presenciados en el mundo tienen un profundo valor simbólico, con consecuencias políticas relevantes. El viernes 20 de mayo de 2011, alrededor de doscientos chilenos acompañados de la solidaridad de ciudadanos alemanes y de otros países, se reunieron frente al número 42 de la elegante y céntrica Mohrenstrasse, donde está ubicada la Embajada de Chile en la cosmopolita capital alemana.  Este hecho político no sólo se erigió como expresión de rechazo al negocio de Hidroaysén, sino que también operó como punto de concurrencia de expresiones de repudio ante otras situaciones antidemocráticas que se viven en Chile, como la vergonzosa aplicación de la Ley Antiterrorista, la persecución política y el encarcelamiento dirigido a comuneros mapuche; la criminalización de la protesta social de estudiantes, trabajadores y pueblos indígenas; el desmantelamiento de la educación pública, la desigualdad y la exclusión en múltiples ámbitos del desarrollo; además de un sinnúmero de situaciones que echan por tierra cualquier argumento autocomplaciente alusivo a una supuesta solidez de la democracia chilena.

Mientras la marcha avanzaba hacia la histórica Puerta de Brandenburgo, era posible observar como muchos de los chilenos y chilenas reunidos en ese acto de protesta social no se habían visto nunca antes de ese 20 de Mayo. Congregados en un contexto de gran diversidad e incluso movilizados por reivindicaciones políticas diferentes, pudieron construir un mensaje de solidaridad para la naciente movilización social chilena. Y aunque las exclamaciones de “Viva Chile” hayan podido connotar un trasnochado nacionalismo, también expresaban la añoranza por el terruño, además del deseo íntimo y compartido de que aquella tierra tan lejana de la cual se es originario, sea finalmente bondadosa para las generaciones que vienen.

La protesta social realizada en Berlin y en otras ciudades del mundo, fue un hecho político de gran valor simbólico para los chilenos y chilenas que viven en el extranjero. Constituyó también una valiosa oportunidad para descubrir con gratitud la fraternidad internacional. Y aunque las chilenas y chilenos que residen fuera del país de origen se encuentren en la vergonzosa situación –amparada por la clase política chilena- de no poder votar y elegir sus representantes desde el extranjero, sí reconocen que están lejos de la inmovilidad sociopolítica que al modelo de desarrollo neoliberal chileno le interesa construir.

Lo que fue un acto de dignidad es ya un proceso político en marcha.

martes, 15 de marzo de 2011

El Consenso Neoliberal chileno: De Termoeléctricas, Negociados y Goles de Mitad de Cancha


En Chile llamamos a eso “desayunarse”. Enterarse de algo “chocante” sorpresivamente. No sé si la denominación de “chocante” proviene del anglisismo schock, ni tampoco si la noticia generó sorpresa en muchas personas. Pero la sensación estomacal fue desagradable o, al menos, perturbadora. Como un alimento en dudosas condiciones ingerido a primeras horas de la mañana. Es decir, un mal desayuno.

Un amigo chileno de mis tiempos de adolescencia, el “gato” Vallejos, me lanzó el link a la cara. “La izquierda y la derecha en el mismo negocio” –me espetó a quemarropa. Un link de Youtube del cual colgaba la frase de entrada “El tono maternal de Bachelet me parece ahora falso y peligroso, muy peligroso”. Con esas palabras concluye el periodista chileno Tomás Mosciatti, en un enlace de radio Bio Bio para el canal de televisión CNN Chile, su reporte acerca de un casi probado y vergonzoso vínculo entre el gobierno de Michelle Bachelet –ella incluida- y altos funcionarios de la actual administración de Piñera, para aprobar el funcionamiento de la Termoeléctrica Campiche, en la provincia de Valparaíso - Chile. El link donde Mosciatti hace de interfase para difundir lo que Wikileaks puso a disposición del estómago de los chilenos y de la humanidad es http://www.youtube.com/watch?v=mEofyQl9LiU.

El gobierno de Michelle Bachelet habría autorizado el funcionamiento de la mentada termoeléctrica perteneciente a la megaempresa estadounidense AES Gener, en un área verde. Esto a pesar de que la Contraloría General de la República había resuelto que Campiche no se podía instalar en ese lugar. Lo mismo habría opinado la Corte Suprema de Justicia: en un área verde ni en sueños se puede instalar una termoeléctrica. Lo inquietante es que la Comisión Regional de Medioambiente (COREMA), en conocimiento de estos antecedentes, se habría alineado con el Gobierno de Bachelet para pasarse la institucionalidad por su mejor parte.

El problema es que son las instituciones las que hacen evidente el vínculo dinámico entre el mercado, las oportunidades (cuando son universalizadas), las fuerzas políticas en juego y los procesos sociales y culturales. Y en el contexto chileno y latinoamericano la construcción de organizaciones e instituciones se ha dado –muchas veces- en función de los intereses de las elites, independiente del color político del gobierno de turno. Porque en este caso se habla de funcionarios de absoluta confianza de la Presidenta Bachelet torciendo el Estado de Derecho, para dejar pasar el Lobby en una secuencia poco ética de operaciones político-financieras. Y aquí la frase favorita chilena de que “las instituciones funcionan”, obviamente es correcta; las instituciones funcionan, pero en favor del negocio de las elites. Y a la perfección. La solución legalista habría sido la publicación del Decreto Supremo 68, promulgado el 31 de Diciembre de 2009, por parte del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, el cual modifica la Ley Urbanística Nacional con relación al Uso de Suelos para Fines Productivos. Mosciatti, con tono molesto, remata definiendo esta operación como un acto de sastrería política, donde la modificación legal consiste en una suerte de “traje a la medida”.  Pero, en este caso, un traje perfecto para la oscura corporalidad de los gringos de AES Gener.

Con relación a la parte más débil de la historia, la Municipalidad de la comuna de Puchuncaví se habría opuesto al proyecto. Sin embargo, a los pocos días -de manera surrealista- el Consejo Municipal se habría reconvertido y mostrado aquiescente con la noble iniciativa norteamericana, gracias a generosos aportes a sus agradecidas arcas municipales. Es sorprendente que ni la comisión de la cámara de diputados mandatada para investigar este contubernio haya funcionado en modo alguno. Ni los responsables políticos de aquel entonces, Patricia Poblete (ministra de vivienda), Edmundo Pérez Yoma (ministro del interior, pero vicepresidente de la república en aquel momento), ni la propia ex - presidenta han dado explicaciones al respecto. Se sabe que AES Gener, a través del embajador norteamericano en Chile, Paul Simons, llevó a cabo fructíferas conversaciones con el gobierno chileno destinadas a lograr la aprobación del negocio. De estas conversaciones no se habrían escapado ni las carteras ministeriales de Minería y Medioambiente. Todos alineados y obedientes ante el poderoso capital del gigante del norte. De la presidenta para abajo.

Pero, pasando a la vereda del frente, se reconoce en esta historia la participación del estudio de abogados de AES Gener, donde operaba Rodrigo Hinzpeter antes de ser el actual ministro del interior del gobierno de Piñera. También la presencia de la empresa lobbysta AZERTA de Cristina Bitar; ambos -junto a otros- son los mismos niños bonitos de la derecha chilena, vinculados hasta el cuello con el actual gobierno que acaba de aprobar hace pocos días el funcionamiento de la termoeléctrica a carbón Castilla (ver http://www.elmostrador.cl/sin-editar/2010/10/07/la-llegada-de-cristina-bitar-a-la-termoelectrica-castilla/).

Todo este rápido recuento de Mosciatti deja en evidencia que los principales sectores políticos chilenos, ya sean oficialistas o de oposición, se encuentran sin mínimos roces en el difuso terreno de los intereses económicos del momento. Sin embargo, la pregunta es qué les pasa a los chilenos cuando –como respuesta- toman plácidamente palco ante el feliz cierre del negocio. O, al menos, la incomodidad no los mueve ni un milímetro de sus butacas. Pareciera que los dueños de la billetera y del lobby, más que generar rechazo en la ciudadanía, hacen secretar copiosamente adrenalina producto de la admiración. Desde afuera da la impresión de que la base social no trata organizadamente de generar un proyecto-país a largo plazo, sino que inyecta toda su energía existencial (y su propia individualidad exacerbada) en tratar de recibir algún trozo del pastel que la fiesta de la elite económica deja a los quintiles inferiores de la población. Cuando no se tiene –individual o colectivamente- injerencia en la vida pública, en la vida que concierne a todos, la vivencia de desempoderamiento político emerge y se redirigen los intereses de las personas hacia la dimensión privada de la supervivencia económica y del deseo de alcanzar un estatus social eminentemente personal.

Es cierto que la crisis de representatividad generada por el sistema binominal implementado por Pinochet, es en parte responsable de la creciente inmovilidad política de la sociedad chilena. Pero, a estas alturas ya no quedan dudas de que ninguno de los sectores políticos que compiten periódicamente en elecciones hace 20 años, haya padecido insomnio por el binominalismo chileno. El cálculo electoral es más seguro y se evitan así los comportamientos impredecibles de la base social, cuando ésta –en toda su diversidad- se empodera y se hace protagonista de su propio destino. Imaginar a Chile cambiando la Constitución pinochetista, derogando el sistema binominal (también pinochetista) y poniendo por delante la lucha por los derechos políticos, económicos, sociales y culturales, parece ser el guión de una buena novela de política-ficción. Para una gran mayoría de chilenos el modelo capitalista neoliberal se transformó en una verdad absoluta, inamovible e incuestionable, evidenciándose con ello la manera en que en una cultura un mito, una creencia ilusa, puede llegar a vestirse de certera realidad.

No es de extrañar que la derecha se regocije con esta suerte de engaño; pero, que la izquierda chilena haya retirado de su análisis y de su acción política el cuestionamiento al mito que ubica al modelo económico chileno -apenas regulado- como la única forma de desarrollo posible, explica en gran medida la suerte de colusión política observada en el negociado de las termoeléctricas. Siempre debimos sospechar de aquella clase política que temblaba ante la posibilidad de arremeter críticamente contra la ilusión neoliberal. Así como de esa clase política que abandonaba el sano ejercicio de construir nuevas ideologías políticamente empoderantes. Pero, éramos niños maltratados y cansados sobrevivientes de la prepotencia militar de los años 70 y 80. Nos mandaron para la casa y/o anestesiaron nuestros sueños de un mundo mejor con la morfina de la tarjeta de crédito y de la capacidad de consumo. Nos desclasaron y nos vendieron la consigna de que el futuro del país es fruto del espíritu emprendedor, individual e innovador. Que la política era para los políticos y que nuestra función en ese escenario era periódica y disciplinadamente sufragar, sin osar hacer de la crítica una molesta costumbre.

Y mientras nos fuimos a ver cómo sobrevivíamos, cómo hacíamos para cambiarnos a un barrio “mejor”, mientras nos vestíamos con la moda del éxito económico individual y hablábamos con la papa en la boca, se nos olvidó que el país es de todos; de aquellos que lo construyeron y que ya no están; de aquellos que sí están, pero que el futuro de sus nietos es sólo una entelequia de la cual no se es responsable; de aquellos que aún no están, pero que probablemente heredarán de los que sí están ahora un mundo más miserable.

Romper el mito neoliberal no es sólo una exigencia moral, sino un imperativo de justicia. Cierto movimiento telúrico se está produciendo, no sólo en la configuración geológica chilena, sino que en la conciencia social y política de sus nuevas generaciones. Sin embargo, Mosciatti no exagera. Lo de las termoeléctricas fue un gol de mitad de cancha. Realmente, los niños bonitos de la sociedad chilena, con un buen espaldarazo gringo, nos pasaron sin asco y por enésima vez “gato por liebre”.

viernes, 7 de enero de 2011

De la Impotencia del Pueblo al Contrapoder Social ¿Fin del Rebaño en Chile?


Para muchos la propia impotencia, esa compleja emoción asociada a la falta de poder para dirigir o modificar el curso del destino, se está transformando en una rabia subterránea. En este caso, me refiero a la exasperación social, a la indignación ética y política. Es una rabia que se mastica soterradamente, pero que tiene sus días contados en cuanto a su permanencia bajo tierra. Porque desde la geología hasta el mentado psicoanálisis y la sociología –así de amplio el abanico disciplinar- ha existido el consenso de que la acumulación de fluidos, de gases, o bien, de energía psíquica o social, en algún momento ejerce su presión hacia afuera, hacia la superficie, irrumpiendo a borbotones o bajo la súbita forma de una erupción. El descontento individual puede llegar a ser colectivo y, en condiciones especiales, transformarse en contrapoder social.

La impotencia y la rabia consiguiente siempre han connotado más rebeldía que sumisión. Y me alegro de que sea así. En la política, así como en la vida misma, es de suma importancia considerar esa diferencia. Una cosa es estar amarrado de manos y desear romper las ataduras y otra es dejar de forcejear contra las cuerdas o encontrar hasta cómodo –es extraño el ser humano- el nudo apretando las muñecas.  La disyuntiva ahora obliga a mirar al contrapoder social o al “pueblo”, auscultando su eventual orientación insumisa o su grado de mansedumbre. Porque la elite política concertacionista ya dio suficientes muestras de docilidad política dejando intacto el modelo económico heredado por la dictadura. Y en el actual modelo neoliberal, la docilidad social y política es un delicioso banquete para la digestión de la derecha chilena. Como la bucólica vista del patrón de fundo cuando ve pasar, en el hall de la puerta señorial, su ordenado rebaño de corderos o su corral de pavos arribistas.  Eso lo aprendimos a punta de sangre y a culatazos de fusil sedicioso.

En un futuro no muy lejano, quizás ya no sea la actual elite política opositora la que realice una defensa efectiva de los derechos sociales y políticos conquistados, sino que el pueblo de Chile, esa misma base popular  organizada que en 1990 fue enviada para la casa por la precaria transición concertacionista. Pareciera que la base social está despertando de esa modorra que la convirtió en una masa de ciudadanos consumidores durante más de veinte años. De esa metamorfosis de la cual muy pocos se escaparon y que ahora, ante el extenso listado del accionar derechista que declama malos versos de eficiencia, está comenzando a sobrepasar los laxos límites de tolerancia que erigieron chilenas y chilenos durante tantos años.

Al menos perplejidad le producirá al más indolente la clausura de centros contra la violencia a la mujer por “falta de casos”, como si fuesen departamentos comerciales de un retail o la reducción de las horas en las asignaturas de historia y educación cívica, menguando la capacidad crítica de millones de niños y jóvenes chilenos. Algo extraño experimentará hasta el más distraído cuando se entere de que Cencosud lucró descontando impuestos por mercaderías que donó tras el terremoto de Chile, para luego cobrar por ellas. Alguna incomodidad generará que la compra de materiales para la reconstrucción haya sido adjudicada por el gobierno derechista –entre cuatro paredes- a tres empresas líderes del rubro, las que incluso subieron el precio de algunos productos. Un poco de vertigo o confusión sentirá aquel que vea como Piñera pretende privatizar el agua de todos los chilenos, proceso que comenzaron Frei y Lagos. Sí, Ricardo-Lagos-Escobar: el mismo que apuntó con el dedo en televisión al dictador chileno. El listado es largo y abrumador, a pesar de que aún no completa un año este negociado a destajo que se llama “nueva forma de gobernar”.

El problema para Piñera y para los grupos económicos que exudan festivos su flamante alternancia en el poder (y también para algunos neoliberales en lo económico con discurso de izquierda), es que el pueblo chileno está comenzando a hacerse –ahora con más frecuencia- preguntas de mayor profundidad. La subordinación del pueblo chileno ante el actual desmantelamiento del reducido bien público que disponíamos a pesar de más de treinta años de fiesta neoliberal, la sumisión de ese mismo pueblo que puso el 17 de enero de 2010 a la plutocracia en el poder, constituye un capítulo sociopolítico de la historia chilena que en algún momento debiese concluir.

Muchos se están cuestionando cómo, por las legítimas razones que hayan esgrimido, pudieron deslumbrarse con la mediocre poesía del multimillonario. Otros nos preguntamos cómo pudimos pasar por alto que el proyecto concertacionista no tenía, ni por si acaso, interés en transformar –por la vía política- este modelo de desarrollo económico inhumano y despiadado, como también que más tarde iba a defender con uñas y dientes el regreso de Pinochet a Chile, tras su detención en Londres. Como si la elite política a diestra y siniestra se hubiese puesto de acuerdo, después de las sesiones televisadas, en ocultar el hedor genocida que emanaba el dictador y en felicitarse de sus asépticas reformas con sabor a caviar.  Si no se trata de una suerte de sumisión voluntaria y consciente (cosa que daría escalofríos) que raya en el nihilismo político o en una vocación cuasi religiosa de corte inquilino, la visión de una masa ovina complaciente sería sólo una mala quimera de un empresario apoltronado en La Moneda, embriagado de feudalismo decimonónico.

Y esto, debería dejar lecciones éticas y políticas para todos. Con la compleja emoción de la impotencia no se juega. Nunca.  

martes, 30 de noviembre de 2010

La Crisis Política en Honduras: Del Espejismo a la Realidad Descarnada


La tarde del 26 de Octubre de 2010, el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlin fue protagonista de la visita de los jueces hondureños destituidos, Tirsa Flores Lanza y Guillermo López Lone. Hasta ese momento, la mayoría de los estudiantes del área de ciencias políticas allí reunidos, desconocíamos a estos dos abogados que habían puestos sus pies en la capital alemana. En una inquietante reunión, ambos juristas expusieron acerca de los atropellos a los derechos humanos que actualmente se cometen en ese país centroamericano, tras el golpe de estado perpetrado el 28 de Junio de 2009, contra el Presidente Manuel Zelaya. La atmósfera se vio enrarecida por la insólita y no anunciada presencia de un joven representante de la Embajada de Honduras en Berlin, que se instaló silenciosamente entre los estudiantes.

Que la historia se desarrolle con un carácter cíclico quizás para muchos no constituya ninguna novedad. Y tampoco que -en Latinoamérica- los procesos de construcción democrática hayan sido interrumpidos innumerables veces por la sedición castrense, al amparo de los intereses de la derecha política y económica. Desde el golpe militar de 1956, Honduras ha visto desmoronarse los persistentes esfuerzos progresistas y democráticos que han emergido en ese país. Luego de algunos fallidos intentos golpistas, en octubre de 1963 los militares volvieron a asestar una cruenta estocada al corazón del complejo sistema democrático hondureño. Esta vez las consignas uniformadas emanaban un marcado hálito anticomunista, dejando a su paso un impactante curriculum de casi tres mil personas asesinadas. Esta antesala histórica, que Flores Lanza y López Lone nos mostraban a quemarropa, antecedía al testimonio referido al golpe militar del 2009.

En los años 90 aparece el primer partido de izquierda en Honduras, emergiendo además diversos movimientos contestatarios organizados; estos procesos políticos abrirían en este país una importante fisura en su imagen histórica de retaguardia contrarrevolucionaria, de corte oligárquico y proestadounidense. En el año 2006, triunfa en las elecciones Manuel Zelaya Rosales, del Partido Liberal hondureño. Y para sorpresa de muchos, lo que parecía ser un proyecto de continuidad comenzó a experimentar un inédito viraje hacia la izquierda. El abaratamiento en la importación de combustibles en desmedro de las transnacionales, el aumento del salario mínimo en un 60%, la incorporación de Honduras al ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) y al Programa Petrocaribe, además del planteamiento de reformar la Constitución, entre otras medidas, provocarían un fuerte escozor dérmico en la reactiva oligarquía hondureña, en los intereses económicos internacionales y en el gigante del norte.

El efecto testimonial del relato fue como si nos expusieran ante un clarificador cable de Wikileaks. Es decir, nos hizo comprender que con la asunción de Porfirio Lobo Sosa, en la eleción postgolpista del 29 de Noviembre de 2009, Honduras no había regresado a sus cauces democráticos, ni había restablecido a plenitud el estado de derecho. Entiéndase por esto último la protección de los derechos fundamentales, la independencia de los tres poderes del Estado, el imperio de la Ley y el control de los actos gubernamentales por parte de instituciones legitimadas para ello. En este contexto, se presume el asesinato político de 120 personas y, desde enero de 2010, se reportan ocho periodistas opositores ultimados. Asimismo, jueces (entre ellos Tirsa Flores y Guillermo López) fueron removidos de sus cargos -sin un debido proceso- por oponerse a un golpe militar que consideran inconstitucional y por haber interpuesto un recurso de protección a favor del presidente democrático derrocado.

Dos días después del golpe militar, el Congreso Nacional se reúne y elige a Roberto Michelletti como nuevo Presidente, con la venia de la Corte Suprema de Justicia, de las autoridades de la Iglesia y del Fiscal General. Se sabe que en esa sesión, no fueron convocados los parlamentarios afines a Manuel Zelaya. Por otra parte, los juristas señalaban que la elección posterior de Porfirio Lobo se había realizado sin ningún control de observadores internacionales, ni con la debida vigilancia interna. Esta situación pone en tela de juicio la legitimidad de un nuevo gobierno que todo el mundo dio por sentada. Una legitimidad que ha sido respaldada por Estados Unidos y por la Unión Europea y ante la cual la izquierda chilena ha mantenido un silencioso, pero ya conocido recato.

Afortunadamente, las fuerzas democráticas y progresistas de Honduras han presentado una creciente organización política y social, desde el primer momento en que su institucionalidad fue socavada. La persistencia de la Asociación de Jueces por la Democracia y de distintas organizaciones políticas, sociales y culturales, muchas de ellas reunidas en lo que hoy se denomina Frente Nacional de Resistencia Popular, se erige como un ejemplo incluso para muchos países latinoamericanos que se muestran autocomplacientes con sus propias condiciones antidemocráticas. Llama la atención el notable nivel de organización que han desarrollado las mujeres hondureñas, siendo un sector profundamente golpeado hasta el día de hoy. A pesar de la represión, de los insultos, de las violaciones y de la agresión física por parte de servicios policiales y de seguridad, las mujeres hondureñas –provenientes de diferentes espacios y contextos- se han organizado en un frente amplio, agrupando diversos sectores, como es el caso de Feministas en Resistencia.

En la actualidad, la Corte Penal Internacional ha decidido investigar la posible comisión de crímenes de lesa humanidad en Honduras. Asimismo, en otros ámbitos se ha empezado a analizar la responsabilidad de EEUU y de la UE en el origen y desarrollo de la crisis política hondureña, especialmente el rol directo o indirecto de la fundación alemana Friedrich Neumann Stiftung en el cauce de este proceso.  La pregunta es si las fuerzas progresistas latinoamericanas (y en lo que a mí concierne, la izquierda chilena) dirigirán su mirada con intensidad suficiente –y a la altura de su papel histórico- hacia la situación política hondureña. Me refiero a salir de su autorreferencia y comprender que los propios procesos de evolución política se encadenan con contextos mayores, como lo son Latinoamérica y, finalmente, el escenario global.

La pregunta es relevante si se piensa que el restablecimiento democrático en Honduras, luego del reporte de Tirsa Flores Lanza y de Guillermo López Lone, pareciera ser un espejismo instalado. Y los espejismos políticos finalmente terminan agotando la paciencia del contrapoder social. A los que presenciamos el testimonio de ambos juristas aquella fría tarde berlinesa, nos queda la interrogante acerca del futuro de Honduras y de la capacidad de respuesta de la izquierda latinoamericana. Interrogante que también debiera plantearse privadamente el joven funcionario de la Embajada de Honduras, quien fue enviado desde Tegucigalpa -como informante- para acusar un testimonio que, finalmente, devela nuestra propia ignorancia e irreverencia política.

jueves, 21 de octubre de 2010

El Perverso Arte de la Distracción y de la Pirotecnia Política


Yo no sé qué hubiese pasado si en los primeros días del mes de Octubre de 2010 hubiese muerto -por inanición- alguno de los comuneros mapuche que se encontraban en huelga de hambre en Chile. Se trata del escenario político y del imaginario de millones de chilenos, de miles de mapuche y de innumerables seres humanos situados en otros lugares del orbe, que hubiesen sido fuertemente impactados por una desgracia de esa índole. Finalmente, ninguno falleció y aunque los compromisos de acción establecidos en las negociaciones con los representantes de los comuneros en huelga fueron suficientes para detener la renuencia de ellos a ingerir alimentos (deponer la huelga), no parecía -en la semanas previas- que se le asignase un valor superior a la vida de cualquiera de ellos. Prevalecía el temor al desastre de la imagen-país y a la airada reacción de la opinión pública (nacional y mundial), que hubiese devenido ante la famélica muerte de un peñi (1), de un weichafe (2) o de un comunero mapuche movilizado de tan extrema forma.

La política, cuando pierde sus nobles derroteros, tiene entre muchas de sus cualidades una profunda y compulsiva tendencia a generar distracción entre las personas, especialmente cuando el tejido social no presenta niveles suficientes de organización sociopolítica. La cortina de humo generada por la combustión mediática impulsada desde La Moneda (instrumentalizando la tragedia minera), no sólo procuró desatender la dolencia crónica de la seguridad laboral de millones de trabajadores de Chile. También se buscó desperfilar -con unos niveles de inhumanidad sobresalientes- la tragedia de la justicia chilena, aquella dirigida con una inmoralidad calculada hacia los mapuche, allá en el sur de Chile. Es extraño que un país se embriague de patrioterismo y de farándula, cuando la catástrofe de los 33 mineros rescatados debiese redirigir las miradas hacia las condiciones de desprotección de los trabajadores y poner en tela de juicio el modelo de desarrollo neoliberal que privilegia el capital en desmedro de la fuerza de trabajo.

Es igualmente patológico encontrar normal que en los procesos penales contra los comuneros inculpados se utilicen testigos encubiertos para que declaren contra ellos, sin que tengan finalmente la obligación jurídica de decir la verdad, ya que si mienten (sea por venganza, sea por intereses particulares) no se les podría acusar de falso testimonio. Y aquí el escenario se vuelve inquietante. Es común encontrarse -entre aquellos que auscultan este tipo de acciones penales- con la hipótesis de una perpetración planificada de montajes, donde estarían incluso coludidos fiscales y policías. La epifanía de ofrecer “pan y circo” al pueblo implementada en la antigua Roma no se distingue mucho de la dantesca parafernalia mediática, calculada desde el sillón de O’Higgins para encubrir la miseria social y resguardar los intereses neofeudales de las elites económicas chilenas.

En el terreno de la política, muchas veces nos encontramos con que la calidad de vida y la vida misma presentan un estatus inferior, supeditándose éstas al temor que los poderosos experimentan ante la inminencia de perder el apoyo ciudadano o la adhesión popular. En muchos casos, la mantención del poder político y/o económico ha sido un imperativo superior al de la vida humana. Tras 80 días de huelga de hambre, el Gobierno y el parlamento chileno aún no podían resolver la modificación de la Ley Antiterrorista, a pesar de la posibilidad cierta de muerte de algún huelguista y de que la elite política haya tenido durante años el tiempo suficiente para dirigir su mirada hacia esa Ley, además de hacerse cargo de esta normativa -a todas luces injusta- creada en los tiempos de la dictadura de Pinochet. Pero, faltó el desliz de salón, el traspié de la Democracia Cristiana chilena al no alcanzar a inscribir a sus candidatos en las elecciones parlamentarias del año 2001, para que todo el Congreso Nacional en menos 48 horas hiciera carambolas para reparar la inscripción a destiempo. Por centésima vez, los asuntos de poder fueron impostergables.

El arte de la distracción resulta, entonces, un recurso antiguo del ejercicio disfuncional del poder. Mientras que aquí en Europa se miraba con extrañeza al presidente latinoamericano que circulaba por estas latitudes blandiendo el papelito emblema que lleva grabado el feliz mensaje de supervivencia de los 33 mineros, también muchos se han comenzado a preguntar acerca de qué verdades podrían ocultarse en el reverso de la histórica misiva. Poco hace presagiar que al girar la preciada epístola surja con clara caligrafía la decidida intencionalidad política de avanzar hacia una mayor igualdad, libertad y fraternidad. Es muy probable que se intente estirar al máximo el elástico de la distracción, de la serpentina y de la pirotecnia. El problema es que en algún momento el carnaval se acaba y los comensales embriagados se van para la casa. Entonces, sólo queda el trabajador de la limpieza encargado de la titánica labor de lidiar con todas esas toneladas de basura patriotera. Y todo por un par de chauchas (3) y con el desesperado deseo de no encontrarse entre los desperdicios con el famoso papelito, ese que nunca lo distrajo, que sólo le recuerda su exclusión social y que ahora, luego de los festejos y de las diáfanas lágrimas de emoción, no sirve absolutamente para nada.


(1) Peñi. "Hermano", en mapuzungun, lengua del pueblo mapuche.
(2) Weichafe. "Guerrero", en mapuzungun.
(3) Chauchas (o pocas monedas). Modismo chileno que alude a un pago insuficiente, de poco valor, con relación a la calidad y cantidad de trabajo realizado a cambio.