Epígrafe Fronterizo

"El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los garbanzos, del pan, de la harina, del vestido, de los zapatos y de los remedios dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y se ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el niño abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales"

Bertold Brecht

martes, 25 de febrero de 2014

La Reina y la Elección de su Corte: Lecciones de Zoología Política

 

Fotografía sitio web www.enaltavoz.cl

No importa el color del gato, lo importante es que cace ratones” -señaló con sorprendente pragmatismo Deng Xiao Ping, con relación a las reformas iniciadas hace décadas en la República Popular China. Aunque casi le costó la vida, la frase sigue reverberando hasta nuestros días, en la forma del ideal práctico que inspiró al líder reformista chino. Y aunque para muchos resulta ingeniosa y se haya escuchado en innumerables ocasiones, en los imbricados campos de la política, es decir, donde se ponen a prueba las relaciones de poder, la extrapolación de la ocurrente frase del líder chino no resulta tan atractiva. A más de 19 mil kilómetros de distancia, décadas más tarde, el pragmatismo neoliberal chileno ha dejado como lección elocuente, que sí importa el color del gato y que no es suficiente que sepa cazar ratones.

A mediados de enero de 2014, cuando la presidenta electa Michelle Bachelet hizo pública su nómina de ministros(as) y subsecretarios(as), las objeciones provenientes de distintos frentes agolparon los medios de prensa. Muchos reparos adoptaron la forma de afectada indignación, responsabilizando los “errores” en las designaciones al evidente secretismo con que la presidenta electa había adoptado tan cruciales decisiones. Resaltar en comillas la palabra “errores” puede resultar aquí muy conveniente. El número de personas cuestionadas, luego de que se señalara que hubo una rigurosa revisión de antecedentes, pone en tela de juicio la idea de que falló la prolijidad del examen, la efectividad del filtro selectivo.

Algunos de esos “errores” incluían a figuras como la economista DC Claudia Peirano, en Subsecretaría de Educación (por conflictos de interés y su rechazo en el 2011 a la gratuidad en la educación); al DC Hugo Lara, en Subsecretaría de Agricultura (por una querella en su contra por estafa y apropiación indebida); y al PRSD Miguel Moreno, en Subsecretaría de Bienes Nacionales (por condena en el 2011, como autor de ofensas al pudor). El listado de nombramientos objetados se extendió a la PPD Carolina Echeverría, en Subsecretaría de FFAA (a su padre, además, se le acusa de participación en crímenes contra los derechos humanos en la dictadura); y al PPD Ignacio Moreno, en Subsecretaría de Minería (por prácticas antisindicales en una huelga por mejoras en las condiciones salariales, de seguridad y salud, cuando fue gerente general de la empresa minera Cerro Dominador). Del mismo modo, los cuestionamientos alcanzaron al PS Mitchel Cartes -designado para la Intendencia de Tarapacá- por sumarios administrativos relacionados con negligencias en proyectos viales, cuando ocupó cargos de responsabilidad en la Dirección de Vialidad de la misma región.

En algunos de estos casos, la molestia ante estas designaciones resultan comprensibles. Sin embargo, en Chile, cuando alguien pone el grito en el cielo, es bueno observar las expresiones de indignación con cierta distancia. Más aún si surgen en el mismo campo de la política. Es que rasgar vestiduras, en un país donde todos(as) tenemos “tejado de vidrio”, despierta -no pocas veces- suspicacias con respecto de lo genuino de la indignación de quienes denuncian o se horrorizan con estos entuertos. Y aunque el presidente del PS, Osvaldo Andrade, encuentre una exageración el revuelo que ha suscitado esta situación (para el líder socialista, cuatro o cinco cuestionados de setenta nombramientos parecen constituir una situación marginal), los casos de conflictos de interés, como el atribuido a Claudia Peirano, traen al recuerdo la pragmática tesis china. La defensa inicial que la propia presidenta electa erigió en torno a Peirano (conociendo de antemano sus antecedentes) y la defensa corporativa de ella por parte del denominado “club de expertos de la educación” (léase José Joaquín Brunner, Mariana Aylwin y Patricia Matte, entre otros), ponen en relieve la importancia de saber de qué color serán los gatos que cuidarán la carnicería.

Es probable que el filtro selectivo tenga una función secundaria ¿Por qué no le importaron a la presidenta electa los antecedentes en el ámbito educacional de Claudia Peirano, antecedentes que conoció con anticipación? ¿Por qué no fueron relevantes para Michelle Bachelet los negocios de Peirano y los de su ex-marido, forjados al alero del sistema de subvenciones escolares? ¿Por qué no fue impedimento para su nombramiento como subsecretaria de educación, que tres años atrás la economista PPD haya adherido a una carta que se oponía a la gratuidad universal en el sistema educacional? Las objeciones ante su nombramiento señaladas por las organizaciones estudiantiles tuvieron como resultado -entre otros efectos- la molestia neoliberal de José Joaquín Brunner, quien tildó hasta de narcisista la oposición de la dirigencia estudiantil al nombramiento de la economista. La presidenta electa, con reparos, aceptó la renuncia de Peirano, pero no porque su designación contraviniera un proyecto político (recuerden que poco antes de las elecciones presidenciales nadie conocía su programa de gobierno); no porque haya elaborado un proyecto político transformador y Peirano nadase contra la corriente; sino porque su confirmación en el cargo hubiese suscitado conflictos políticos no deseados con los movimientos sociales. Es decir, criterios de corto alcance.

Pregúntenle a cualquier líder de la coalición que gobernará Chile en el próximo período, cuál es -para los próximos cincuenta años- el proyecto político transformador y alternativo a ese modelo neoliberal que ha precarizado el país en las últimas tres décadas. Y, además, pregunte cuáles serán las estrategias para que, por las vías institucionales, ese proyecto se consolide en el tiempo. Lo más probable es que no encuentre respuesta alguna o, con suerte, sea testigo de una espléndida y felina finta o de un culposo ronroneo. Cuando la política opera con principios neoliberales, la consecución y mantención del poder, junto a la rentabilidad política y económica de su ejercicio, relegarán a los rincones de la república la necesidad de un proyecto político transformador. Se trata del pragmatismo en su máximo esplendor: el poder por el poder y el erotismo felino de su rentabilidad. Y para eso, el color de los gatos importa realmente un bledo.

(*) Publicado en la revista Bufé Magazín de Cultura y en El Quinto Poder

2 comentarios:

  1. en el magazine de cultura Bufé, hay una foto publicada de una gata blanca con un ojo celeste a su izquierda y uno verde a su derecha, me gustaria saber donde tomaste la foto?? es identica a mi Ophelia y fallecio el 11 de marzo, yo vivo en Chiguayante.

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    1. mi correo es veroval66@gmail.com, mi nombre Verónica

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