Chile,
país republicano ubicado en el extremo sur de Sudamérica, se encuentra
ad-portas de sus próximas elecciones presidenciales, parlamentarias y de consejeros
regionales, contempladas para el 19 de noviembre de 2017. Cuna del socialista y
masón Salvador Allende, de los Premios Nobel de Literatura Pablo Neruda y
Gabriela Mistral, de la potencia artística de Violeta Parra y Víctor Jara, así
como de la tragedia en las manos genocidas del dictador Augusto Pinochet, la
situación política actual de este país sudamericano dista mucho de ser plácida.
Desde la convulsión social del 2011, Chile se debate entre un desencanto
popular frente a la clase política y la emergencia de diversos movimientos
sociales y políticos que se disputan el fin o la continuidad de la trayectoria
neoliberal de estas últimas tres décadas.
Con ocho candidatos y candidatas al sillón
presidencial, estas elecciones no prometen necesariamente una disminución del
59% de abstención observada en la última contienda electoral por la presidencia
de la república. Con una elevada concentración de la riqueza y desigualdad
social, con una naturalizada privatización de los recursos y servicios de
relevancia estratégica, con un proyecto económico extractivista y con un Estado
de carácter subsidiario, el rostro neoliberal chileno parece no inmutarse con
lo que ocurra en las próximas elecciones presidenciales. Los numerosos casos de
corrupción y la crisis permanente entre el Estado (más los grupos económicos
involucrados) y los pueblos mapuche, en el sur de Chile, no han podido correr
su maquillaje, ni opacar la hegemonía cultural del actual modelo
económico-político chileno. Un cierto ethos cultural despolitizado estaría a la
base de esta desafectación por los proyectos colectivos, dificultando el
vínculo entre las esperanzas ciudadanas de cambio y las opciones electorales
definidas. En otras palabras, la herencia de los Chicago Boys ha encontrado en
el imaginario chileno la tierra fértil para los frutos del neoliberalismo, su
jerga valórica, su individualismo competitivo y la idea de que la acción de
votar no tiene una real incidencia en las posibilidades de transformación
económico-política.
Anclados en la izquierda, tanto Eduardo Artés (Unión
Patriótica) y Beatriz Sánchez (Frente Amplio) se erigen como los dos
contendores más críticos del modelo neoliberal chileno. De carácter más
reformista, Alejandro Guillier (independiente y continuista del proceso de
cambios implementado por Michelle Bachelet), Alejandro Navarro (Partido PAIS) y
Marco Enríquez-Ominami (Partido Progresista) representan un amplio espectro de
posiciones, que si bien pueden plantear transformaciones importantes, no
parecen focalizarse en modificar a nivel estructural las relaciones
económico-políticas instauradas en Chile desde la dictadura militar. Desde una
posición de centro-derecha más liberal, Carolina Goic (Partido Demócrata
Cristiano) surgió como abanderada generando una escisión en la actual coalición
gobernante. Finalmente, José Antonio Kast (independiente, ligado a la Unión
Demócrata Independiente) y Sebastián Piñera (Pacto Chile Vamos), se levantan
como las dos alternativas de la derecha política, con explícitas intenciones de
profundizar el modelo neoliberal chileno.
Aunque el mundo de las encuestas adopta un carácter
tendencioso en periodo de elecciones, es Sebastián Piñera el que ha puntuado
más alto en los sondeos, seguido de Beatriz Sánchez y Alejandro Guillier. Estas
tendencias, observadas en un contexto de desafectación ciudadana por la
dimensión representativa de la democracia formal, ponen en relieve la
posibilidad de que triunfe en primera vuelta la apuesta por el estatus quo
neoliberal, mostrándose más débiles las posiciones reformistas o de transformación
estructural. Sin embargo, un eventual balotage (contemplado para el 17 de
diciembre), podría poner en peligro las opciones de Sebastián Piñera, si la
abanderada o abanderado que compita contra las fuerzas de derecha, es capaz de
alinear y reunir, en términos de recursos de convocatoria, al electorado que
comprende desde la Unión Patriótica hasta la Democracia Cristiana chilena.
Asimismo, el voto chileno desde el exterior podría también generar sorpresas,
si los resultados de las elecciones al interior del territorio nacional se
muestran estrechos entre los contendores y contendoras.
Más allá del voto duro evidenciado en las elecciones
presidenciales anteriores y de las encuestas, el desafío de las candidatas y
candidatos es cautivar a aquel 60 por ciento del electorado que se abstiene de
concurrir a las urnas. Sin embargo, muchos de los procesos de campaña carecen
de un proceso previo y prolongado de construcción de un proyecto político
colectivo, lo cual se ha visto reemplazado por una suerte de súbitas promesas u
“ofertones” programáticos y por un abanico de declaraciones de intenciones de
último minuto. En tal sentido, se tiende a buscar la captura del voto ciudadano
recurriendo a la imagen fabricada, a la eventual simpatía de la contendora o
contendor, a su conexión con los “problemas y necesidades de la gente”, todo
ello a través de los mass media, de las redes sociales, de los eventos masivos
y del tradicional “puerta a puerta”.
Lo que es cuestionable es hasta qué punto la
ausencia de proyectos políticos de largo alcance, construidos de manera
colectiva y participativa, va a poder sostener la legitimidad de la clase e
institucionalidad políticas. Asimismo, también cabe preguntar si la reducción
de las propuestas programáticas al mero marketing electoral o a anuncios publicitarios,
es ahora el método adecuado para capturar –bajo la lógica del “oferta de
retail”- a un electorado que ha comenzado a ver en los movimientos sociales el
espacio expedito para satisfacer, individual y colectivamente, los anhelos de
participación y de toma de decisiones políticas.
(*) Publicado por la revista alemana Lateinamerika Nachrichten.
(**) Imagen: Revista Momento.
Para el mass media la oferta de la centro izquierda es mas de lo mismo, lo de siempre. Sin embargo hay un fenómeno, como lo es en Europa, del señor Kast, que es de la derecha dura y pinochetista que ha estado socavando a grandes paladas la campaña de Piñera. y tal vez ahí podrá surgir -creo-una sorpresa.
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