El sufragio universal supone que todo ciudadano mayor de edad y sin
restricciones derivadas de sanciones penales, puede votar libremente en
una elección. Las democracias contemporáneas se han basado en el
sufragio universal como característica básica para hacer operativo y
válido su sistema de representación política. Increíblemente en Chile,
donde hay una serie de orientaciones concentradoras de poder en el
sistema electoral y la institucionalidad política, ni siquiera se cumple
el voto universal. En Chile se excluye del principio de ciudadanía
electoral a quienes viven en el extranjero, apelando a un argumento que
recuerda los peores criterios del voto censitario: los chilenos que
habitan en el extranjero no saben suficiente de Chile, viven bajo otras
leyes, lo que se decide en Chile no les afecta, entre otras razones. Es
la misma argumentación para excluir a los iletrados en el siglo XIX, al
no participar del conocimiento para decidir racionalmente. A estos se
les acusaba de ignorancia, a los primeros de distancia, pero a ambos se
les acusa de lo mismo: no tienen suficientes antecedentes para votar.
Mientras tanto, los mismos que impiden este derecho, hacen campañas
despolitizadas basadas en que nadie entienda qué proponen en concreto,
carecen de programas y llenan de spots publicitarios y videos banales a
los ciudadanos que pretenden motivar a votar por ellos. Apelan a los
vínculos más básicos de la emoción humana y no a la racionalidad. Pero
para excluir a los chilenos en el extranjero, argumentan en torno a su
falta de información. El resultado es uno solo: en Chile no hemos
terminado de configurar el sufragio universal.
Los chilenos en el extranjero se han organizado bajo la consigna “Haz
tu voto volar” y desde hace un tiempo han comenzado una serie de
acciones para hacer efectivo el derecho a voto de los chilenos
residentes fuera del país. Ha sido necesario pues, aún cuando esta fue
una promesa de campaña del actual gobierno, ello no ha acontecido. Según
Valeria Lübbert, abogada residente en Washington D.C. y coordinadora
jurídica de la campaña “Haz tu Voto Volar”, la manera de hacer efectivo
el voto de los chilenos en el extranjero debe darse a nivel
reglamentario o legislativo (de rango Ley Orgánica Constitucional) y no
se requiere —como ha señalado insistentemente el presidente Piñera— de
una reforma constitucional. Sería muy extraño que el Presidente no
supiese de lo que habla. Por ello, asumiendo que conoce bien las vías
procesales para hacer efectivo el voto chileno en el exterior, su
insistencia en la reforma constitucional parece ser más un ardid
dilatorio para trabar el ejercicio en el exterior de un derecho que ya
está consagrado en la carta fundamental.
La campaña de los chilenos en el exterior está representada por un
avión de papel hecho con la bandera de Chile. Es un “avioncito” como
aquellos que en nuestra niñez confeccionábamos para lanzar a esos cielos
que pensábamos que pertenecían a todos. Sí, a todos. Porque en la
infancia aún están difusas o son menos evidentes las fracturas sociales
que nos ubican en posiciones distintas, en una sociedad donde los
derechos son denegados a muchos.
En una de las alas del avión de papel se encuentra impresa la
consigna “Haz tu Voto Volar”. El 25 de mayo de 2013 esta frase fue
enarbolada por una multitud de chilenas y chilenos en más de ciento
sesenta ciudades del planeta, los cuales se manifestaron para exigir el
ejercicio de su derecho a votar en exterior. Esos “avioncitos” surcando
los aires en distintas latitudes del mundo, no sólo transportaban
simbólicamente los votos que —cruzando océanos y continentes—
representaban la voluntad política de miles de chilenos, para ser
depositados en una urna imaginaria situada en la tierra de origen.
También reflejaban la conciencia de que cada compatriota en el exterior
ya es titular del derecho a voto. Esto quiere decir que la Constitución
reconoce a todas las chilenas y chilenos como iguales, se encuentren
dentro o fuera del país.
Parte del problema, es evidente, reside en que la derecha chilena
sigue viviendo bajo las lógicas de la postdictadura. Aunque gran parte
de los hijos de los políticos de la derecha viven o han vivido fuera de
Chile, siguen pensando que el resto del mundo es un antro de chilenos
refugiados políticos, tropel de marxistas que como fantasmas recorren
Europa. Por eso su lógica opera en términos de cálculo electoral,
imaginando que los casi un millón de chilenas y chilenos en el exterior
(incluyendo niños y lactantes) escriben sus convicciones políticas con
la mano zurda. Y eso es una falacia del tamaño de una montaña. Chilenos
de todas las edades y situados en todas las veredas políticas se han
congregado para demandar juntos el ejercicio de un derecho del cual se
sienten titulares. No pueden votar en el exterior (esa es la respuesta
que les han comunicado consulados y embajadas), aunque algunos fueron
designados vocales de mesas y en su totalidad componen —en calidad de
“falsos positivos”— un porcentaje de aquel 60 % de electores que no fue a
sufragar en la última elección municipal.
Hace poco tiempo el presidente Piñera afirmó que el único “vínculo”
que exigía para que se pudiese votar en el extranjero era registrarse en
consulados y embajadas. También señaló que presentó al Parlamento una
reforma constitucional destinada a hacer efectivo el voto chileno en el
exterior, pero que la Concertación había rechazado el proyecto. Es
decir, la culpa de todo este embrollo era de la Oposición. Lo que no
dice deliberadamente el Presidente es que el vínculo consignado en esa
propuesta de reforma constitucional que fue rechazada, no consistía en
el registro en consulados y embajadas, sino que establecía condiciones
inaceptables que fueron impugnadas por la Oposición debido que
vulneraban la igualdad ante la Ley. Una de las condiciones de vínculo
era haber estado en Chile al menos cinco meses en los últimos 8 años, lo
cual discriminaba socioeconómicamente.
Conforme a una interpretación de la Ley N°18.556 del SERVEL
(modificada por la Ley de Inscripción Automática, del 2012), es posible
sostener que el SERVEL cuenta hoy con facultades suficientes para hacer
realidad el voto desde el extranjero. Esto es efectivo, a menos que su
director (el ex-Comandante en Jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre)
realice una finta similar a la mostrada por el Presidente, derivando el
asunto al legislador, cosa que ya hizo en el presente año. Por otro
lado, el presidente Piñera prometió a fines de mayo de 2013 —en el
programa Tolerancia Cero— otorgar urgencia al proyecto de ley,
especificando que el mentado vínculo sólo consistiría en el registro en
consulados y en embajadas. Pero, realizando una pirueta digna de Tomás
González, anuncia que el carácter del proyecto será de reforma
constitucional, con los quórums requeridos que ya todos conocemos.
En la famosa página Facebook “Haz tu Voto Volar” es posible encontrar
fotografías donde sonríen alegres —con el “avioncito” en la mano— los
embajadores de Chile en Washington, Berlin y en la ONU (tomada en
Ginebra). Sin embargo, las posibilidades de voto en el exterior para las
elecciones presidenciales de 2014 parecen diluirse entre los débiles
despliegues retóricos del Presidente, que no alcanzan a ocultar —aunque
crea que le resulta— su férrea oposición a que los chilenos puedan votar
en el extranjero.
Lo que no dimensiona el presidente Piñera es que para muchos
compatriotas que se encuentran en el exterior, un país es más que un
territorio. Y que ponerse a la altura de su cargo implica admitir que su
investidura representa también a las chilenas y chilenos que se
encuentran en el extranjero. Sin embargo, es reconocida por muchos su
propia miopía política. Es difícil que observe el fenómeno con claridad,
aunque planeen a su alrededor miles de avioncitos tricolores, en los
aterciopelados espacios de su amplio despacho presidencial.
La institucionalidad política chilena es anacrónica e injusta. Muchas
veces nos contestaron que, aún siendo cierto, al menos daba
gobernabilidad. Hoy esa razón se cae a pedazos, pues aunque siempre fue
un argumento miserable, hoy ni siquiera es medianamente cierto. Una
deuda pendiente de la institucionalidad política es el voto de los
chilenos en el exterior. La deuda es de toda la élite política, pero
fundamentalmente de un gobierno que se comprometió a hacerlo, que
inventó un proyecto que sería rechazado por necesidad y que espera que
nadie recuerde el tiempo que se vistió con estas ropas.
La lucha por el sufragio de los chilenos en el exterior es
simplemente la disputa por el sufragio universal, como lo hicieron las
mujeres, como lo hicieron los pobres y muchas otras minorías políticas.
Esta discusión debiera haber terminado hace cien años, pero sigue
vigente en Chile, donde sigue siendo habitual que tengamos que luchar
por tener un país normal. Y lo que es normal en las democracias no puede
esperar: el voto de chilenos en el exterior debe ser para la elección
de noviembre de 2013, para que por primera vez en Chile tengamos
plenamente el sufragio universal.
Publicado en Chile en "El Mostrador" http://www.elmostrador.cl/opinion/2013/07/05/voto-de-chilenos-en-el-exterior-los-avioncitos-de-papel-de-pinera/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta y debate